“Nadie realmente feliz es escritor”, cuenta la escritora Margaret Mazzantini.
Creo, lo que necesitamos son poner limites, sí limites, no me refiero a limitaciones no, pero tampoco que sean tan matemáticas; saber separar y no mezclar la felicidad que andas consiguiendo con lo que realmente eres, soy feliz gracias a alguien pero esa felicidad no la mezclo con mi oficio de escritora, en la que soy muy nostálgica por cierto.
A él le comparto mis escritos y a mis escritos —en ocasiones comparto— lo que siento y vivo con él, sin embargo en los dos casos —por llamarlos así— pongo limites.
Yo los he nombrado “N Limites Coexistenciales Enfocados al Confort (N-LICOECO)”; sí, eso de Eco queda muy bien en la sigla, ya que mis limites son repertorios surreales —algunos— pero finitos que se dan en la vida, ya un eco en sí.
Y como los he experimentado puedo concluir: Los limites son interesantes cuando los sabes usar, son mágicos cuando los sabes ablandar y son eternos cuando los llevas con astucia.
16 de Mayo, 2012
También disponible en mi Facebook, aunque con errores: N-LICOECO